¿Por qué hacemos ruido durante el sexo?

Gemidos, llantos, tarareos (o gruñidos), palabras vulgares y frases lascivas… Si no vamos a hablar aquí de los pedos vaginales y otros ruidos puramente corporales que se producen durante un acto sexual, son muchas las vocalizaciones amorosas. Pero, ¿de dónde viene esa necesidad de expresar oralmente el goce cuando el placer proviene? ¡Fork & Bikini lo descifra para ti!

El uso del sonido como recordatorio erótico

En su libro «In the Beginning Was Sex», Cacilda Jetha y Christopher Ryan cuestionan el enigma de la «vocalización copulatoria femenina», tanto en humanos como en otras especies. Para los autores sería una técnica erótica, una invitación a la cópula para ampliar el acervo genético. Si bien estos hallazgos pueden funcionar con otras especies, la sexualidad de las mujeres y los hombres de hoy ya no se centra únicamente en el apareamiento. Pero entonces, ¿por qué persisten nuestras vocalizaciones? ¿Son los restos de nuestro instinto primario? Sorprendentemente, varios estudios científicos han demostrado lo contrario: nuestros gemidos lujuriosos son, de hecho, el resultado de normas sociales de género. abre tu curiosidad? ¡Te lo explicamos todo!

Una forma de estimular la excitación.

Como explica Philippe Brenot -sexólogo, psiquiatra y antropólogo- el encuentro romántico y carnal se produce, no se puede explicar. Sin embargo, hacer ruido durante el acto sexual tendría un doble uso. Estas vocalizaciones tienen sobre todo la capacidad de aumentar la excitación, pero también de nutrir el sentimiento de amor. Pero si nuestra construcción social de género permite a las mujeres gemir durante las relaciones sexuales, los hombres tradicionalmente deberían permanecer en silencio. Lástima, ya que realizar estos suaves silbidos de placer tendría los mismos efectos positivos en las mujeres que en los hombres. De hecho, no existe una explicación científica que justifique el hecho de que, en general, las mujeres hagan más ruido que los hombres. Estas serían principalmente convenciones construidas socialmente, que poco educan a los hombres para expresar sus emociones. Según Philippe Brenot, por lo tanto, es importante redefinir nuestras normas con respecto a la vocalización copulatoria, para permitir que tanto las mujeres como los hombres se dejen llevar en su vida sexual. Porque si los gemidos de placer aumentan tanto la excitación como el disfrute, ¿por qué no podrían realizarse por igual entre mujeres y hombres?

Una forma de tranquilizar a la pareja.

Según un estudio británico realizado por la Academia Internacional de Investigación de la Sexualidad, los ruidos que se hacen durante las relaciones sexuales no están necesariamente relacionados con el orgasmo. Después de entrevistar a 71 mujeres heterosexuales y sexualmente activas, la investigación sugiere dos razones principales. El 66% de las mujeres emitiría vocalizaciones para aumentar la excitación de su pareja masculina, y así acelerar el final del acto sexual. Además, casi nueve de cada 10 mujeres serían expresivas vocalmente para tranquilizar a su pareja o incluso para aumentar su ego. Aunque este estudio se realizó sobre una pequeña muestra de personas, revela los numerosos tabúes y falsas representaciones que rodean las prácticas del coito heterosexual. Por un lado, destaca la obligación tácita de la mujer de tener que tranquilizar el ego masculino de su pareja, incluso en el ámbito más íntimo (e idealmente el más desinteresado o reflexivo). Por otro lado, este estudio muestra la absurda confusión que existe entre la capacidad de un hombre para hacer que una mujer se corra y su valor total. Así se glorifica el placer femenino, no por puro deseo de hacer el bien, sino porque permite al hombre recuperar su imagen. Viniendo de normas sociales obsoletas, tales comportamientos sociales no significan que las mujeres sean naturalmente más generosas o que todos los hombres tengan un ego enorme. Por el contrario, nos invitan a cuestionar nuestra relación con la sexualidad, a actuar ya no por reflejo social… sino por envidia, deseo y amor por el otro, ya sea hombre, mujer o no binario. persona.

Vocalizaciones sexuales: hacia un placer compartido

Por su parte, el sexólogo y andrólogo Pierre Desvaux coincide en que ya no tenemos instinto sexual en sentido estricto. En el curso de la evolución, el cerebro humano ha cambiado: nuestro cerebro instintivo ahora está atrófico, mientras que el cerebro adictivo está muy desarrollado. ¿Resultado? ¡Somos animales adictos que buscan placer! Y dado que consumimos amor por placer sexual y no por instinto, es hora de ir más allá de los clichés asociados con la sexualidad cerrada. Esto nos permitirá captar elementos que aumenten nuestro disfrute, para vivir relaciones más libres y auténticas.

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