Vaginismo: ¿qué es?

Responsable de muchos dolores vaginales, el vaginismo impide cualquier penetración durante el acto sexual. Pero, ¿cómo sabes si tienes vaginismo? ¿Cuáles son sus causas y orígenes? ¿Y es posible curarlo? Flamencarevuelta te ayuda a ver con más claridad y te ofrece soluciones para dejar de sufrir vaginismo.

Vaginismo, contracción muscular paralizante

El vaginismo es un problema bastante común que afecta al 1% de las mujeres. Es una contracción muscular de los músculos del suelo pélvico y de los músculos del perineo que impide la penetración vaginal. Tenga en cuenta que se trata de contracciones involuntarias: es muy posible que una persona quiera hacer el amor, pero se encuentre completamente bloqueada durante el coito. Dependiendo de la mujer, el vaginismo se puede notar de diferentes maneras, tanto porque se hace difícil ponerse un tampón, como porque la penetración es imposible, y porque los instrumentos ginecológicos no encajan.

Dos tipos de vaginismo

El vaginismo es uno de los trastornos sexuales y existen dos tipos. Vaginismo primario y vaginismo secundario. En el primer caso, la persona nunca ha tenido una relación con penetración. En el segundo caso, la persona ya ha tenido varias experiencias de penetración, pero ya no puede tener ninguna.

Varias causas

Los orígenes del vaginismo a menudo son difíciles de precisar. Casi siempre deriva de un miedo y del hecho de que el intento de penetración se vive como agresivo o peligroso para el organismo. En reacción, el cuerpo se protege, se cierra y por lo tanto la penetración se vuelve imposible. Pero, ¿de dónde viene este miedo?

Pareja egoísta o incluso brutal, violencia ginecológica, agresión o abuso sexual… El vaginismo puede resultar de la violencia externa ejercida sobre el cuerpo de la mujer. En ocasiones esta violencia ha sido detectada como tal. Por lo tanto, es posible centrarse en el elemento traumático y comenzar un trabajo psicológico para tratar de superarlo. Pero también sucede que la violencia es inconsciente, porque se ejerce en un marco preciso y autoritario (como la violencia ginecológica) o porque deriva de un sistema de dominación patriarcal (una pareja que es todo menos cariñosa). En este caso, el primer paso es identificar el origen del trauma y luego comenzar el trabajo terapéutico.

En otro caso, el vaginismo es un trastorno que puede resultar de una educación muy estricta, en la que la sexualidad es vista como algo tabú, incluso sucio o prohibido. Algunos psicólogos también establecen paralelismos con obligar a los niños a probar alimentos que no les gustan. Esta obligación es una intrusión corporal -y en particular oral- que puede tener repercusiones en la sexualidad. El resultado en ambos casos es una representación negativa del sexo. Debido a esta crianza que induce a la culpa, algunas mujeres piensan que tienen una vagina demasiado pequeña, creen que están deformadas o tienen un himen demasiado apretado. Debido a la falta de información (o la repetición de información alarmista, culpable y aterradora), también pueden pensar que el acto sexual es doloroso y brutal. En estas circunstancias, no es de extrañar estar tenso… El resultado es un vaginismo primario, que hace que el primer acto de penetración sea preocupante, incluso aterrador.

En cuanto al vaginismo secundario, también puede manifestarse como consecuencia de la dispareunia, o de uno o más dolores sentidos durante las relaciones sexuales con penetración. En respuesta, la vagina se contrae y por lo tanto puede convertirse en un círculo vicioso: el dolor inicial da paso al siguiente y a la persona le resulta cada vez más difícil tener sexo con penetración.

El vaginismo secundario también puede tener una causa totalmente externa a la sexualidad, pero vivido como un evento traumático con un fuerte impacto en la vida de la persona. Un duelo, una separación, una depresión, un parto difícil, un despido… Esto puede provocar no solo una depresión de la vagina, sino también una forma específica de vaginismo.

Finalmente, el vaginismo también puede ser causado por infecciones recurrentes del tracto urinario, que provocan dolor, contracciones y tensión en el área vaginal.

tratar el vaginismo

Para descartar cualquier problema fisiológico, se recomienda realizar una primera visita ginecológica con un obstetra o ginecólogo. Esto ayudará a identificar una anomalía en el himen y tratarla si es necesario. Sin embargo, la mayoría de los casos de vaginismo no tienen un origen fisiológico. Por ello, es recomendable fomentar la ayuda de un sexólogo en lugar de un ginecólogo o un psicólogo. Los ginecólogos se detienen en anomalías puramente fisiológicas, mientras que los psicólogos no se especializan en cuestiones sexuales. Los sexólogos y terapeutas sexuales son, por tanto, los mejor formados en este tipo de problemas y tienen buenos resultados. En promedio, el vaginismo se puede curar en unas diez sesiones. Además, no dudes en aprender sobre el taoísmo y utilizar un huevo Yoni. Esto te permitirá reconectarte con tu cuerpo y con tu energía sexual.

Bloqueo preciso

Finalmente, no se sienta culpable si tiene vaginismo. Debido a una educación patriarcal, las mujeres a menudo son responsables de las dificultades asociadas con la penetración. Pero, sobre todo, se trataría de deconstruir la penetración como último acto de amor. Sí, podemos hacer el amor y tener orgasmos potentes sin penetración. Y no, los hombres no deberían tomárselo como algo personal ni resentirse por el vaginismo de su pareja. Hay docenas, si no cientos, de formas de llegar al orgasmo… ¡y el coito vaginal es solo una de ellas!

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